viernes, 25 de diciembre de 2009

Reducción de Costes

Este post debería empezar contando mi última fiesta en una piscina en Ghana, con barbacoa y una caja de Mahou, en remojo cada 5 minutos y comiendo alitas de pollo con salsa barbacoa entre baño y baño. Todo esto en un 21 de diciembre, antes de volver a la helada Europa. Os comentaría cómo en ese mismo jardín donde estábamos comiendo, esa semana encontraron una mamba verde subida a un árbol, con un nido lleno de crías cerca de allí.

También os relataría mi último encontronazo con las fuerzas de seguridad ghanesas, en el aeropuerto de Kotoka (Accra). Un pringaillo del servicio de inmigración, mientras me hacía la entrevista de salida, se quedó mi pasaporte y mi billete de avión, y me quería hacer pagar para devolvérmelos, ya que decía que no se creía que estuviera allí por negocios, sino trabajando sin permiso, de forma ilegal ¡¡¿?!! Total, que acabó pidiéndome Cedis (moneda local ghanesa) para dejarme pasar. Le dije que no se molestara en pedirme nada, que me acababa de gastar en el restaurante del aeropuerto mis últimos Cedis así que no iba a sacar nada. Total, que me devolvió mis cosas de mala manera, pero todo sellado y correcto.

Pero no. Esto no lo importante hoy. Debo deciros que, por reducción de costes, se cierra el blog. La empresa en la que trabajo ha decidido que salgo demasiado caro, y que por tres kilos de plátanos pueden tener a 6 chimpancés trabajando 16 horas, dirigidos por Ubuntu (ascendido de su empleo anterior como segurata del edificio). Así que no volveré a Ghana, y no tendré la posibilidad de seguir contando mis aventurillas por allí.

Quiero agradeceros a todos los que me hayáis leído al menos una vez, y especialmente a todos aquellos que hayan repetido. Y a los que además escribieseis algún comentario, os declaro amor eterno. Me hubiese gustado seguir con esto abierto unos meses más, haberos contado cosas que molaran aún más que las que había hecho ya, pero no va a ser posible. Realmente me ha sabido a poco, pero es lo que tiene la vida del consultor. Nunca veré mi primer politono descargado…

Y poco más. Prometo un último post, con algunas fotos de las cosas que hice y dónde estuve. Pero ya será el último.

Sólo me queda añadir que… ¡Feliz Navidad! Excedeos con todo que ya habrá tiempo de arrepentirse. Yo prometo recuperar todo lo que he perdido allí, y con la tranquilidad de que no cogeré una infección bacteriana. Disfrutad y pasadlo bien.

Un beso para todos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

La Cruda Realidad

Me ha parecido detectar, a través de los comentarios que habéis escrito en el blog, cierta animadversión (también llamada envida cochina) hacia mi persona. Al parecer me odiáis porque cuando leéis mi blog pensáis lo siguiente: ¡Eh, que cabrón David! Menuda vida se pega, surfeando en aguas infestadas de tiburones, huyendo de la policía, fiestas en islas privadas con Moet et Chandon….quien pudiera llevar su estilo de vida (y eso que aún no os he hablado de casinos y resorts).

Pero el día a día es bien distinto, os lo aseguro. De hecho, es la necesidad de olvidar los disgustos diarios lo que me obliga a intentar divertirme todo lo posible. Yo no quiero, ellos me obligan. Por eso este post, para que no me odiéis…tanto.

Mi día empieza a las 6:00 AM. Dado que a esa hora ya amanece por estos lares, y mis cortinas de flores son de todo menos opacas (no preguntéis sobre persianas), casi siempre acaba despertándome la luz del sol. Y si no, tengo un colegio al lado de casa en el cual no usan sirena para avisar de que es la hora de entrar a clase, no. Usan unos tambores que aporrean llamando a filas a las 7:30 en punto todos los días, el primer día que me levanté a ver de dónde venía ese sonido y vi a los niños con sus tambores, eché de menos un rifle de mira telescópica. El mismo que usaría con los feligreses de la iglesia que hay justo al lado de mi hotel, ya que empiezan con el góspel a las 6:30 de la mañana los domingos. Para un día que se supone que puedo dormir…

Finalmente me levanto a las 8h acordándome de muchas familias. Una ducha sin presión, y total para nada. Cuando salgo del hotel ya estoy sudando de nuevo, con sus 30 grados a las 8:30. Cada trayecto en coche es una aventura, ya os lo conté (ayer casi atropello a un policía, si es que se ponen en medio) y llegamos a mi precioso lugar de trabajo sobre las 9h. Un edificio nuevo, recién construido. Pero del que nadie se hace cargo, no hay limpieza ni sillas y mesas para todos. La gente se sienta en cajas porque no hay más sitios, aunque yo ya tengo mi puesto reservado (y si no lo reclamo). El baño es algo dantesco…imaginaos que durante 3 meses, unas 30 personas trabajando entre 10 y 12 horas al día, tienen que compartir un solo baño entre todos…un baño que no tiene papel, por supuesto. Pero no sólo eso, no…NO lo han limpiado en 3 meses. Como os lo cuento. Las hojas de libreta que al parecer han usado algunos se siguen acumulando en el suelo. Alegraros hoy de que no pueda colgar fotos. El suelo de la “oficina” lo han barrido un par de veces desde que estoy aquí, y siempre se levanta una polvareda roja que se te pega a la garganta. Hay botellas vacías, bolsas, papeles por el suelo...ahora parece que se han dado cuenta, y de vez en cuando pasa alguien a recoger, pero tampoco se esmera demasiado. No hay máquina de agua, ni dónde comprarla, y el café más cercano lo puedes encontrar a un kilómetro, más o menos.

Salas para trabajar tengo dos. Una llena de gente hacinada, sentada en cajas, con gritos y el aire funcionando a medias y el olor a humanidad in crescendo, o en la sala de servidores, con una silla y el portátil en las rodillas, a 15 grados y con un ruido ensordecedor de los aires acondicionados (aquí me encuentro ahora). ¿Qué elegiríais? Sobre el trabajo en sí prefiero no hablar, no entra en el scope de este blog.

A mediodía parada para comer, que implica un atasco de coche hasta el restaurante, esperar 45min a que te sirvan y otro atasco de vuelta. Salimos de aquí a las 12:30, y no empezamos a comer hasta las 13:45 generalmente. Al menos da para una siesta a la vuelta si no conduces tú. Luego hasta las 20:00 más o menos (casi siempre más), y al hotel, donde llegas pegajoso y cansado entre las 20:30 y las 21:00.

Y ahora me diréis, que después de un día así, no necesitáis una copa. O cinco.

martes, 15 de diciembre de 2009

Looking for la Fiesta

¿Qué ingredientes elegiríais para una fiesta si os dieran carta blanca para tener lo que quisierais? Veamos. Podríamos empezar con un lugar exótico. Tropical, para tener seguros el sol y el calor. Luego podemos pedir que sea en una isla privada, una isla de blanca arena con palmeras y una hermosa casa, a la cual sólo se puede llegar en barco. Obviamente habría barra libre, con barmans dedicados en exclusiva a preparar margaritas y mojitos para todos. Aparte, pues Moet et Chandon, por si os apetece algo más refinado. Podríamos añadir todo tipo de diversiones acuáticas, como motos de agua, esquí acuático y patinetes. Un DJ con un buen equipo de música, of course. Y además, pues se invita algunas modelos y puede que hasta una miss. No suena mal, ¿verdad? Pues yo estuve allí.

El sábado a las 3:00 de la madrugada fui invitado a pasar el día siguiente en la casa de la playa de un amigo de un amigo, y no lo dudé demasiado. A las 8 en pié y en marcha. No sabía realmente hasta qué punto iba a molar, ya que no conocía a casi nadie, pero era suficiente. Llegamos a la casa en la playa, que estaba ya muy bien, pero era sólo para coger las lanchas, cargar la bebida, comida y hielo, y salir para la isla. Ésta estaba situada en la desembocadura del Volta, donde el río se convierte en infinidad de canales separados por pequeñas islas con sus cocoteros. Arribamos al embarcadero y lo vi claro. Ese iba a ser un gran día.

Nada más llegar nos recibieron los primeros margaritas. Era una fiesta con gente de todo tipo, pero básicamente libaneses, ya que el dueño era de allí. Todos en bañador, haciendo lo que te apeteciera en cada momento. La gente cogía los esquís y a la lancha, cuanto más borracho pues más divertido. Las motos acuáticas no paraban y la bebida seguí a fluyendo sin fin. No se bailaba demasiado, pero tampoco parecía que fueran mucho de eso. Era fácil socializarse allí, ya que siempre había algún tema en común para hablar con la gente y todo desconocido (como yo) era rápidamente integrado sólo con que no se cortara demasiado.

A la hora de la comida, buffet de comida libanesa, pero también teníamos barracuda y atún a la brasa, para acompañar a las brochetas y el humus. Infinidad de tartas caseras para el postre, aunque quisieras no se podían probar todas, y ya se podía pasar a los gintonics .

Si querías descansar un rato, podías tumbarte tranquilamente debajo de una palmera y charlar un rato con los amigos, o quedarte en unas islas flotantes con posavasos mientras se comenta que aquella chica que estaba a tu lado había sido miss Libano y te sumerges en el agua para refrescarte.

Al final de la tarde, se encienden las luces alrededor de la playa y el embarcadero y el ambiente se refresca. El atardecer es largo y tranquilo, y no quieres que termine, pero es hora de volver a casa, sólo los más allegados pasarán allí la noche. Damos las gracias al dueño y volvemos a la lancha. Durante el viaje de vuelta, casi a oscuras, contemplando el negro perfil de las palmeras, pensaba en que lo último que se me hubiera ocurrido cuando llegué a Ghana, es que en menos de tres semanas sería invitado a este tipo de fiestas.

Va a resultar que sí que se pueden hacer cosas interesantes por aquí.

jueves, 10 de diciembre de 2009

¿Son tus fuentes fidedignas?

Imagínate por un momento que en tu trabajo de dicen: “¡¡Oye!! Que la semana que viene te vas a Ghana tres meses a hacer algo que no sabemos muy bien lo que es, así que prepárate”. ¿Ghana, eh? Bueno, voy a buscar info. Lo metes en Google y voilá!! te sale la wikipedia, cómo no.

Y lo que lees nada más empezar sobre Accra, su capital, es esto: “Alberga edificios que muestran la transición desde los suburbios del siglo XIX hasta la moderna metrópoli que es hoy en día.”. Y claro, piensas en una moderna urbe y no está tan mal.

Lo que ocurre en este caso es que moderna urbe es muy relativo, sobretodo en este caso. Os voy a resumir el concepto “moderna urbe” en África, explicando un poco cómo es esta ciudad. Son dos millones de personas, con tres millones y medio en el área metropolitana, que no es tema baladí.

Transportes: El de personas se realiza básicamente en trotros, es decir, furgonetas sin aire acondicionado donde el máximo de personas depende del volumen que tenga en metros cúbicos. El de mercancías se realiza sobre el 80% en la cabeza de la gente, un 10% en carros empujados por personas y el resto en vehículos motorizados.

Infraestructuras: Las aceras son bastante escasas y los agujeros que hay en las calles podrían tragarse tu coche contigo dentro. En serio, giras una esquina y puedes encontrarte un agujero de un metro de diámetro cuyo fondo ni ves. Los cortes de agua y luz son bastante habituales (al principio me extraño que tuviera un cubo en la habitación, pero ya he aprendido a tenerlo lleno) y la iluminación en las calles brilla por su ausencia. Con los urinarios públicos no hay problema, toda la ciudad es un enorme mingitorio.

Comercio: Tiene sus ventajas, porque no tienes que bajarte del coche para comprar. En un semáforo te pueden vender calamares, recargas telefónicas, vaqueros, relojes de pared, superglu, llantas de coche, radios o camisetas de Obama. El resto, pues en general son casetas de chapa o madera en su mayoría, aunque también existen un par de centros comerciales europeizados.

Ocio y cultura: Existen algunas opciones, básicamente suelen ser danzas y grupos autóctonos y partidos de Champions. Aunque si investigas un poco más puedes encontrarte obras de teatro y demás. También puedes comprar las obras completas de Shakespeare en un semáforo, por si te aburres.

De todas formas un punto muy importante a su favor es la seguridad; no es mala ciudad para vivir. Suele tener bastante ambiente en las calles por la noche, y es en general bastante segura. Si te pierdes, coges un taxi y listo. El otro día atracaron a unos compañeros de trabajo con una pistola mientras estaban dentro del coche en un atasco a plena luz del día, pero eso son cosas que pueden pasar en cualquier sitio…¿no?

Definitivamente, si queréis información de confianza y que requiera un mínimo de opinión personal, buscad en blogs, que suelen ser buena gente. A saber si el cónsul ghanés es España no está actualizando él mismo la wikipedia en estos momentos...

martes, 8 de diciembre de 2009

Cabalgando la gran ola

Este fin de semana por fin he podido hacer algo distinto. Tras ver en mi empresa que los avances en mi proyecto eran los mismos cuando estaba trabajando 12 horas que cuando estaba el chimpancé con pistola que tenemos vigilando por las noches dentro de la sala de servidores, decidieron darme tres días libres seguidos con la excusa de que el viernes era fiesta nacional en Ghana, imagino que para que “Ubuntu” (el nombre del simio en cuestión) pueda trabajar tranquilo sin mi presencia.

En sólo una hora ya me tenía un plan, un viaje de tres días a una tranquila playa a la que tardamos en llegar unas 5 horas y 6 controles de policía, todos legalmente atravesados. Un pequeño hotel en la misma arena, a cinco metros del agua con la marea alta, unas vistas al pequeño pueblo pesquero de Busua y langosta en el menú, qué más se puede pedir. La playa, una larga franja de 4km de fina arena, tan fina que no había forma de quitársela después, con la mayor parte de ella rodeada de jungla espesa y amenazante. Al principio había algunos hoteles y resorts, pero andando un poco podías llegar a zonas donde estabas sólo a un kilómetro a la redonda, donde sólo veías a alguna mujer con una bandeja de plátanos en la cabeza y un niño a las espaldas. La única pega es que había zonas sucias, algo habitual por estos lares, la verdad, ya que nadie se molesta en limpiar, pero buscando una buena zona ni te dabas cuenta.

El punto sorpresa fue la presencia de una tienda de surf, donde alquilaban tablas y ofrecían clases. Obviamente no me pude negar a unirme al grupo de gente que cogió su tabla y se metió en el agua, a pesar de los dientes y mandíbulas de tiburón recién atrapado que vendían en el vecino puerto. No se me dio mal del todo. Con unas lecciones rápidas de un amigo del grupo experto surfero, conseguí mantenerme en equilibrio y coger olas un poco más grandes, con lo que me puedo dar por contento al cuando terminó el día. Al final, descansar flotando sobre la tabla viendo el sol esconderse entre la selva, balanceado por el viento y charlando con mis amigos sobre las olas del día.

Por desgracia todo se acaba, así que el domingo tocó volver a la cruda realidad. Otras cuatro horas y media, una rueda pinchada y el parachoques colgando por un bache en el camino y llegamos de nuevo a Accra, húmeda, ruidosa y maloliente, pero con la sensación de haber hecho algo molón y el recuerdo de mi primera ola. Y eso no es algo que tengas todos los días.

PD: ¡¡¡Prometo fotos en cuanto solucione los problemas técnicos!!!

jueves, 3 de diciembre de 2009

Negociando

Hoy tengo una importante noticia que comunicaros…¡ya tengo nevera en la habitación! A vosotros quizá no os parezca gran cosa, pero a mí me ha costado varios días de dar la vara al manager que trabaja aquí, amenazando con irme a otro hotel con nevera e internet gratis y sin cucarachas si no me la ponía cuanto antes, aunque dudo que encontrase un hotel de tales características en muchos kilómetros a la redonda. Al final sólo han tardado 10 días, un récord por lo que me cuentan por aquí. Ya puedo tomarme una refrescante cerveza ghanesa por las noches cuando llego a la habitación.

Tras conseguir la nevera, decidí intentar el siguiente paso. Pagar menos por la habitación. Ayer era cuando me tocaba pagar la cuota semanal de mi habitación de hotel, la primera semana que pagaba en éste, así que era el mejor momento para negociar desde una posición de fuerza, es decir, agitando el fajo de billetes sin soltarlo, acercándolo y luego alejándolo, para poder conseguir todo aquello que me interesaba. Estaba el tío en mi habitación, donde le dije que entrara para enseñarle todos los defectos, aparte de quejarme del tiempo que tardaban en darme lo que pedía. Él decía que teníamos un acuerdo cerrado y que tenía que ser flexible, que ellos lo eran (sobretodo en el tiempo que tardan en traer las cosas). El tono fue subiendo, aunque no por enfado, sino porque es forma habitual de negociación por estos lares. Amenacé de nuevo con irme al día siguiente sin más contemplaciones si me hacía pagar lo que habíamos acordado el primer día, ya que mi empresa me ofrecía hoteles mejores y más baratos (mentira flagrante)...al final cedimos ambos y la cifra se quedó a medio camino de lo que pedía yo y lo que me decía él. Cuando vuelva de Navidad abriré otra ronda de negociaciones, a ver si rebajo un poco más.

Además, todavía faltan bastantes cosas que no tengo un cajón con llave en la habitación, no me han tapado el agujero de 2x2 palmos que tengo bajo la bañera y por el que entras mis amigas cuquis y esta semana me han quitado la silla de la habitación y he tenido que montar un numerito para que me pongan otra. Esto es una guerra diaria…

Y es que todo va aquí así, negociando previamente. Ellos saben que tenemos mucho, y van a pedir mucho. Hay gente que pica y paga lo que le dicen, pero hay que negociar con hoteles, taxistas, vendedores…siempre te van a intentar sacar lo máximo, así que hay que estar alerta y preparado. Y siempre siempre, rechazad la primera oferta.

Contador de cucarachas: 7 Aniquiladas: 3

martes, 1 de diciembre de 2009

Ruleta Rusa

Brocheta de pollo con arroz frito. CLICK.
Filete de Ternera a la plancha con ALOKO (plátano frito). CLICK
Sauté de Patata. CLICK
Pizza 4 Quesos. CLICK.
Coca-Cola. CLICK.
Sandwich Club de Pollo. CLICK. Con huevo. CLICK. Y Mahonesa. CLICK CLICK.
Jack Daniel’s con hielo. CLICK.

¡¡¡BUFFFF!!! Por ahora me he librado de que cada vez que aprieto el gatillo (es decir, como o bebo cualquier cosa que te sirvan por aquí) me toque la bala, es decir, una infección gastrointestinal de muchos tipos y niveles, bacteriana o vírica, de dos días o de una semana. De hospitalizarte o de repatriarte.

Todo aquel que pasa una larga temporada por estos países y debe comer siempre fuera acaba cayendo alguna vez por la comida o la bebida. Es la ley por aquí, y uno de los temas de conversación habituales por aquí (mira, ahí no se come mal, pero me tiré 4 días en cama la última vez que fui…). Es algo que pasa en la mayoría de lugares que hay por aquí, así que por muy de confianza que sea el lugar y muchas veces que comas allí sin que te pase nada, tarde o temprano te toca la china y algo invade tu interior de forma violenta. ¿Los motivos? Bueno, creo que el concepto de “Cadena de frío” no se sigue a rajatabla por estos lares, al igual que el significado de higiene, limpieza y desinfección. De puertas afuera intentan que todo parezca lo más profesional posible (te abren la botella pero no te dejan que quites tú la chapa, todo lo que traen intentan cogerlo con servilletas o precintado…) pero claro. Dentro de la cocina ya es otro cantar, al igual que el transporte y entrega de mercancías (creo que aún no he visto ni un solo camión frigorífico).

Lo único que puedes hacer es intentar seguir reglas básicas, como no tomar hielo a menos que sea indispensable (como en un Gin Tonic, por ejemplo), no pedir cosas con salsas extrañas o mayonesas, pedir que la carne esté bien hecha y tener una lista de sitios más o menos seguros. A partir de ahí, sólo te queda confiar en tu suerte o en la dureza de tu estómago.

Aun así, es muy probable que caigas. Cuantos más días estoy aquí comiendo en restaurantes, más cerca está mi bala. Sólo es cuestión de tiempo.